jueves, 12 de agosto de 2010

Camino de Baldosas Amarillas hacia la Muerte.

Buenas, amigx. He creado este blog con el objetivo principal de publicar periódicamente la historia que estoy escribiendo. Es un texto filosófico que narra la vida de un adolescente durante un periodo de metamorfosis intelectual, referido a la madurez en su forma de pensar y a los cambios en su perspectiva.
Si crees que puede interesarte el proceso interminable hacia la paz interior de nuestro personaje o identificarte con él surcando las palabras que procuran un texto elaborado y buscan ensimismarte en la lectura, has de saber pues, que eres bienvenidx y que acepto todo tipo de críticas sobre cualquier aspecto.
Si quieres formar parte de esto y criticarme, suscríbete.

miércoles, 4 de agosto de 2010

...

Circulando por mi mente las escenas pasadas de mi vida, los buenos momentos, las anécdotas memorables, las palabras grabadas en mi cabeza. Completando todo esto, ese curriculum moral, que parece, me sostiene al recordarlo. Son como fotos y vídeos que se reproducen en mi cerebro y que me esfuerzo por no dejar de tener en cuenta. Intento sentir algo al evocar pedazos de memoria, pero mi actitud estoica ante lo que me rodea y me rodeó, es permanente. Dentro de un rato intentaré abrir los ojos y ser una persona nueva, finalizar esta infelicidad que permanece fiel y, por tanto, comenzar algo diferente. Intento seguir nadando en mi memoria, concentrándome en las imágenes y en las palabras...Recuerdo cuando estudiaba a finales de este último trimestre. Recuerdo que estaba saturado de supuesta información y presa de intereses ajenos, supuestamente, construyendo mi formación intelectual en la Enseñanza Suicida Obligatoria. Yo quería evadirme de todo aquello y buscar en Internet mis intereses, esta vez sí, propios, algo importante para conformar mi vida futura y mi criterio. Si estas palabras resuenan en mi cabeza, hacen un eco insoportable cargado de superficialidad. Deducciones simples, básicas, que incluso en ocasiones, se me antojan irracionalmente radicales.


Mis pensamientos se ven interrumpidos por golpes. Son golpes literales, golpes a la puerta. Me fastidia la imprudencia. Acaban de molestarme y de interrumpir mi manera de evocar la felicidad. Aunque no importa, no la estaba sintiendo. Ahora ya no me esfuerzo por conseguirlo, simplemente escondo la cabeza entre mis piernas y la cubro con los brazos. Intento relajarme tras oír el portazo que me da la certeza de que estoy solo. Dejo la mente en blanco, me gustaría tener una crisis sentimental, pero son difíciles en mí. Lo malo de esto es que las crisis físicas son peores por lo que parece. A la gente le asustan. Me dicen: “Estás loquísimo”, a lo que yo les respondo: “Sí”, con una sonrisa. Me caen bien individualmente, pienso que son buenas personas, gente maja diría, son simpáticos. Pero en general, resultan una dosis de humanidad demasiado fuerte para mí. Conozco a gente que simpatiza en este aspecto conmigo, lo que puede que haga que me lo tome a broma, en plan: “Somos raros y no nos quieren”, me resulta ciertamente divertido o es mi manera de sobrevivir. La verdad, no me importa, por eso no lo sé. Cierro lo ojos, necesito ideas demasiado elaboradas y estas que acaban de correr por mi mente no lo son. Supongo que es mi perfección, amo lo complicado, pero no puedo controlar todo lo que pasa por mi mente. Se cuela basura superficial.

Ahora esta mente en blanco. El agua choca contra mi cabeza y hace saltar chispas cristalinas sobre mi pelo. La luz se filtra en mi cerebro a través de mis pupilas. Insoportable en aquel instante. El agua corre por mi espalda y espero un poco más.Da igual porque no tengo noción del tiempo, lo dejo por hoy. Me levanto despacio y me mareo como siempre. Dejo de ver. Supongo que pasan unos segundos y recobro la vista. Me molesta la luz, hace que me arda la cabeza. Me empapo de agua fría y cierro al fin el grifo. He gastado demasiada agua seguramente. Esto antes me habría torturado, ahora no, como todo. Qué gracia. Tengo que parecer horrible desde perspectivas ajenas. Aunque parece algo muy simple, a mí me hacía reflexionar demasiado, el hecho de hacer o no lo correcto, la fraternidad, el respeto, la moralidad y todo eso. Qué tortura, siempre culminando en ideas inaplicables a la realidad, a la rutina, nunca sin esfuerzos que terminan atándote a la infelicidad. Porque nada es como tú, nadie se para a mirarte y valorar lo que intentas y no consigues. Y de vez en cuando, reconocimientos que, recuerdo, yo agradecía. Pero muy pocos, no es que dejase de intentarlo o que no aguantase más, no he cambiado mis ideas, sólo han evolucionado. Antes me sentía especial, me gustaba descubrir cosas nuevas y saber, probar, intentar. Casi nada de eso queda ya. Me acuerdo de gente que insiste en que involucrarse y movilizar nuestras ideas es lo correcto, pero yo chequeo todo lo que escucho, es cuestión de cuestionarse todo y a todos. No me fío de las opiniones de los demás, no son las mías. Sólo las tengo en cuenta para que me ayuden a conformar mi criterio. Y últimamente, siento que pierdo fuerza para protestar por lo que quiero, por defender lo que creo. No creo en nada.

Salgo de la ducha empapado en fracaso y pesimismo. Me miro al espejo, veo al mismo de siempre.